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LA ENEIDA: Sinopsis
Canto a las armas y al
hombre, que llegó el primero a Italia desde las costas de
Troya. Durante mucho tiempo la ira de la diosa Juno lo llevó
errante por tierra y por mar, hasta que finalmente fundó una
ciudad y llevó sus dioses al Lacio, de donde provienen el
linaje latino, los padres Albanos y las murallas de la altiva Roma.
Musa, recuérdame las causas que la reina de los dioses
tenía contra Eneas, varón insigne por su piedad.
Había una antigua ciudad, Catago, que ocupaban colonos
Tírios; era rica y belicosa; Juno la prefería
a todas las tierras; pero llegaría un tiempo, así
lo querían las Parcas, en que una estirpe de sangre troyana
destruiría las fortalezas tírias.
La Saturnia Juno en cuya mente permanecía aún el
juicio de Paris y la injuria de haber sido despechada, tenía
miedo de esta predicción de las Parcas y durante mucho tiempo apartó a los
troyanos del
Lacio.
Por mandato de Juno,
Eolo, rey de los vientos, insufló fuerza a los vientos y
dispersó las naves troyanas, pero Neptuno, el dios de los
mares, vio a los troyanos dispersos a causa de la ira de Juno, y
calmó las hinchadas olas. Los Eneadas, cansados, se
dirigieron a los litorales más cercanos y llegaron a las
costas de Libia.
Al llegar al litoral los troyanos descendieron de las naves y llegaron
a la presencia de la reina Dido. La reina aconsejó varar las
naves y asentarse en la ciudad. Ella misma
acompañó a Eneas y a algunos troyanos al palacio
real y ordenó preparar un banquete de bienvenida. En medio
del banquete la reina preguntó a Eneas muchas cosas sobre
Príamo, Héctor y otros muchos. Finalmente este
dijo: “Reina, me mandas renovar un gran dolor, pues vi
destruir las fortalezas troyanas por el engaño de Ulises, vi
el asesinato del rey Príamo y la
pérdida de mi esposa Preusa; yo mismo llevé sobre
los hombros a mi padre y los penates patrios, y tomé de la
mano al pequeño Iulo, sufriendo mucho hasta la llegada
a Cartago”.
Dido, al escuchar las
palabras de su huésped, cayó presa de un ardiente
deseo; Eneas sintió lo mismo a causa de las
flechas que le había clavado Cupido.
Pocos días después Eneas y la
reina Dido salen de caza y al presentarse una tormenta se guarecen en
una cueva
y allí consuman el himeneo. Pero los dioses no les
permiten a los troyanos
quedarse en Cartago sino que tienen que partir hacia las costas de
Italia para
fundar allí una nueva Troya. Así pues, contra la
voluntad de la reina, Eneas,
lamentándolo mucho y herido por un gran amor, acepta los
mandatos de los dioses
y equipa la flota para partir. La Reina cuando ve las naves en alta
mar,
prepara su muerte y, en medio de unos ritos a los dioses, sin que nadie
se dé
cuenta, se clava
una espada y acaba con
su vida.
Dejado
el litoral cartaginés,
Eneas navegando hacia Italia tiene un sueño en el que ve a
su padre en el
Averno. Entonces se dirige a Cumas y visita a la Sibila que
conocía el camino a
los Infiernos. El
lugar está rodeado por
un río negro llamado Cocito y la Sibila vive en una cueva
más negra que la
oscura noche. A las preguntas de Eneas la Sibila le dice:
“Una rama dorada se
oculta en un espeso bosque; cuando la encuentres, arráncala con la
mano, si los dioses lo permiten, para llevársela como regalo a la diosa
Proserpina. Si los dioses te son propicios yo te
acompañaré".
Cumplidos todos los rituales, Eneas entra en el Averno; allí
ve a la infeliz Dido que recientemente había muerto, y
también a su padre quien le indica el camino hacia una nueva
Troya, y le anuncia los futuros acontecimientos
históricos de Roma. Poco después abandona el
reino de Plutón y regresa a las naves.
Al amanecer, desde alta mar, Eneas ve un enorme bosque y el
río Tiber que a través del bosque desemboca en el
mar, y con sus naves se dirige hacia ese lugar.
El rey Latino reina en paz esas tierras. Tiene una sola hija
cuya hermosura es admirada por todos; el valiente y hemoso
Turno es el preferido de la reina; pero los oráculos aconsejan al rey
casar a su hija con un extranjero.
Al llegar al litoral los troyanos exploran el lugar. Eneas envia una
embajada al rey Latino; este los recibe afablemente y acepta
la alianza que le ofrecen los troyanos.
Pero, cuando Juno divisa el júbilo de Eneas y los
troyanos, decide no permitir que Lavinia, la hija del rey,
sea para Eneas. Evoca entonces a la gorgona Alecto
que desata la furia en la reina Amata que intenta
hacer cambiar la resolución de Latino; al no conseguirlo
esconde a su hija. Alecto, al ver desbaratados los planes del
rey, se dirige a la ciudad de los rútulos y enciende la ira
de Turno . Este se alza en armas contra Latino y los troyanos. Varios
pueblos se unen a uno y otro bando; muchos mueren pero nadie se retira.
Entretanto el rey del Olimpo le dice a
su Juno. "Esposa, ¿cuándo
llegará el final? Tú bien sabes que los hados favorecen a
Eneas; cede y no intentes nada más". La diosa le
respondió. "Puesto que es tu deseo, poderoso
Júpiter, abandonaré mi plan;
pero te pido que cuando establezcas la paz con un feliz matrimonio, no
permitas que los latinos cambien su viejo nombre, ni que se
hagan troyanos, ni que cambien su lengua..." Júpiter le
prometió que haría a todos latinos y que de las
dos estirpes nacería una raza que
estaría por encima de todas las naciones y que le
tributaría grandes honores.
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